11/12/12

Esperanza

Cabizbajo, ido y herido, piensa en las mismas escenas una y otra vez,
recuerdos de tiempos dulces y amargos, añoranzas de infancia o delirios nauseabundos.
El tiempo se hace poco, las noches no más que una real y plena oscuridad, la misma que respira día a día.
Y no sabe qué decir, no sabe cómo romper, no sabe siquiera quién es.

Años de inexistencia consumen el aire y lo asfixian, perdido y desolado busca la calma, busca la calidez de su madre, busca y busca, pero no hay más camino que el conocido. ¿Habrá algún nuevo resplandor o al menos un mínimo respiro? Sin pensarlo, solo estira su mano, solo deja caer su cuerpo, solo y desnudo se recuesta, esperando que llegue el amanecer y pueda volver atrás.

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